La conjura de los necios – John Kennedy Toole

Título: La conjura de los necios.

Título original: A confederacy of Dunces. 

Autor: John Kennedy Toole.

Primera publicación: 1980.

Edición: Tapa blanda.

Editorial: Anagrama. 2009.

Número de páginas: 389.

«Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él.» Thoughts on various subjects, moral and divertign, JOHNATHAN SWIFT.

Sinopsis

El protagonista de esta novela es uno de los personajes más memorables de la literatura norteamericana: Ignatius Reilly -una mezcla de Oliver Hardy delirante, Don Quijote adiposo y santo Tomás de Aquino perverso, reunidos en una persona-, que a los treinta años aún vive con su estrafalaria madre, ocupado en escribir una extensa y demoledora denuncia contra nuestro siglo, tan carente de «teología y geometría» como de «decencia y buen gusto»; un alegato desquiciado contra una sociedad desquiciada. Por una inesperada neesidad de dinero, se ve «catapultado en la fiebre de la existencia contemporánea», fiebre a la que Ignatius añadirá unos cuantos grados más.

La conjura de los necios se hizo acreedora al Premio Pulitzer; y en Francia fue galardonada el año de su publicación como «la mejor novela en lengua extranjera».

«Una novela disparatada, bufa, rabelesiana y sorprendente, que rompe con los cauces habituales de la narrativa norteamericana actual. Una tragicomedia cósmica, cuya lectura hace alternar la carcajada y la angustia» (El país).

Mi experiencia de lectura

El personaje principal de esta obra (y como se anuncia en la sinopsis) es Ignatius J. Reilly, un hombre de 30 años que actúa a veces como un niño muy mimado, otras como un completo loco desesperante. Mimado porque le hace pataleta a su madre por que no tiene de comer lo que le gusta en su mayoría chucherías, porque no le gusta caminar y se hace el desmayado y con las demás personas; es más bien malcriado y no parece que no fuera consciente de la edad que tiene y de las responsabilidades y roles que personas de 30 años deben desempeñar en la vida, no sólo por lo que dicta la vida sino porque él no ha entendido que ya no es un niño, que su madre cada vez está más vieja y más cansada, y que él debe hacer su propia vida y aprovechar un poco mejor las oportunidades que la vida le trae, más con los estudios que tiene. Características horribles para alguien de su edad y de su tamaño. 

Había momentos en el que dejaba el libro de lo insoportable y asqueroso que me parecía este loco de Ignatius, lo tenía que alejar de mí porque era increíble una persona así (creo que es posible encontrar personas con algunas de sus característica) y las imágenes que me hacía de él eran tan feas que hubo momentos en que pensé que o el libro no era tan bueno, un pensamiento sesgado por lo que Ignatius me hacía sentir; o era maravilloso porque causaba lo que tal vez el escritor tenía en mente al desarrollar a un personaje con esas características.

A demás de éstas imágenes y características grotescas, Ignatius vive unas experiencias increíbles que a veces me sacaba risas.

Aún siento pena por el policía, por Mancuso, siento que era tan bueno y todo lo que le pasa desde el inicio hasta la mitad o alguito más allá del libro; y que su jefe y compañeros eran malos con él al pensar que era un fracasado. Yo siento que no era tan fracasado sino más bien que la suerte no estuvo de su lado, sino hasta al final; o tal vez por su mala suerte al inicio fue que pudo hacer lo que hizo al final.

En cuanto a los  personajes, tiene una gran variedad de personajes; casi todos por este tinte de grotescos, desesperantes y exóticos. Uno de ellos, de los que disfruté y que sentía que quería leer más de sus diálogos era Jones, un trabajador de un bar que es tomado por vagabundo porque no le gusta trabajar y para que no lo vuelvan a encarcelar debe trabajar en el bar Noche de alegría por pocos dólares a la semana.

En cuanto a los diálogos, a parte de que en ocasiones son un poco desesperantes cuando está Ignatius hablando de cualquier cosa que le acontece (porque es exagerado al relatar la situaciones y los hechos), los demás son muy divertidos, algunas veces se tornan confusos porque mientras un personaje habla de algo su interlocutor habla de otra cosa diferente.

Jones con el Sr. Watson que tiene una especie de bar o tienda a la que él va a tomar cerveza de vez en cuando y le cuenta sobre su trabajo:

 «-Bueno, si las condiciones son tan malas…                                                                                                                                                                             

-¿Tan malas? ¡Vamos, hombre! Esto es la esclavitú moderna. Si la dejo me denunciará por vagabundo. Si me quedo tengo un empleo remunerao con un sueldo que ni siquiere se aproxima al salario mínimo.»   P. 141.

Santa Battaglia (La tía del policía Mancuso) a La Sra. Reilly (Irene):

     «En esta misma manzana hay una mujer que si no deja de levantar cuentos de mí le voy a pegar un ladrillazo en la cabeza. El otro día me dijeron que andaba diciendo que soy una «viuda alegre». Pero ya verá esa. Le voy a dar su merecido. Creo que se entiende con uno que trabaja en los astilleros, a demás. Voy a escribirle una cartita anónima a su marido que va a saber ella lo que es bueno.» P. 181.

A continuación, comparto algunas citas que me gustaron y las suficientes para antojarlos de que se lean el libro.

Algunas citas textuales

 «La posesión de algo nuevo o caro sólo reflejaba la falta de teología y de geometría de una persona. Podía proyectar incluso dudas sobre el alma humana.»

     «Los voluminosos pantalones de tweed eran muy duraderos y permitían una locomoción inusitadamente libre. Sus pliegues y rincones contenían pequeñas bolsas de aire rancio y cálido que a él le complacían muchísimo.»

     «Dentro de D.H. Holmes, la señora Reilly estaba en el departamento de bollería, el pecho maternal apoyado en una vitrina que contenía almendrados. Uno de esos dedos agotados de frotar tantos años los gigantescos y amarillentos calzoncillos de su hijo, tamborileó en la vitrina para llamar la atención de la vendedora.» P. 18.

      «… la rueda de la fortuna había atropellado a la humanidad, aplastándole la clavícula, destrozándole el cráneo, retorciéndole el torso, taladrándole la pelvis, afligiendo su alma. Y la humanidad, que tan alto había llegado, cayó muy bajo. Lo que antes se había consagrado al alma, se consagraba ahora al comercio.»

      «Me niego a «mirar hacia arriba». El optimismo me da náuseas. Es perverso. La posición del hombre en el universo, desde la Caída, ha sido la miseria y el dolor.»

     «Siempre había tenido la esperanza de obtener una mención honorífica en el cuerpo, pero ¿qué horror había en morir de neumonía en la sala de espera de una estación de autobuses? Hasta sus parientes se reirían. ¿Qué les dirían sus hijos a sus amigos en la escuela?.» P. 195.

     «Cuando fortuna hace girar su rueda hacia abajo, vete al cine y disfruta más de la vida.»

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