Autor: Raymond Carver.
Publicado en 1988 en el libro Tres rosas amarillas.
En este relato, el protagonista – y narrador – nos cuenta que ha recibido una carta de su esposa pero el piensa que no cree que haya sido ella la que la haya escrito, porque la letra no se le parece a la que ha visto durante tantos años, incluso, afirma poder reconocerla estando en otra parte del mundo y por casualidad encontrar un papel escrito por ella. Continúa afirmando y trantando de convencerse de que esa nota no es de ella porque no acostumbra subrayar las palabras… o por lo menos, eso pensaba.
Esa noche, en que él decide leer la carta -después de cenar con su esposa a quien encuentra muy extraña- en su estudio, pues acostumbra todas las noches ir allí antes de dormir. Mientras el está leyendo la carta, escucha que su esposa está hablando por teléfono y haciendo limpieza a la cocina; lo que lo hace salir de su estudio, pues antes de esto abría la puerta pero se devolvía, es que escucha que se abre la puerta y descubre que es su esposa que está en el porche con sus maletas… Él le pregunta que hace allí, con quién hablaba hace un rato, qué hacen sus maletas allí; a lo que ella responde que había llamado al sheriff porque había encontrado dos caballos afuera, envueltos en la niebla de esa noche, y que lo dejaba, que en la carta lo explica todo…
Este cuento me gustó porque refleja la situación de abandono por la esposa cuando él creía que todo estaba bien, que nada pasaba -no tenía por qué pensar que algo sucedía-, que le puede pasar a cualquier persona. Además tiene la capacidad de hacerle sentir al lector esa angustia que el sufre por esta situación, aparentemente, tan confusa. Es un cuento que recomiendo.
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