Santuario – William Faulkner

Título: Santuario.

Título original: sanctuary.

Traducción: José Luis López Muñoz.

Sinopsis

Lee Goodwin es acusado de asesinato. El escenario del crimen es una casa oculta entre los árboles que alberga una destilería ilegal y donde viven, entre otros, Ruby, una mujer que ha renunciado a todo por Lee, y Popeye, un sádico gánster marcado por una infancia terrible. El abogado Horace Bembow tendrá que luchar, entonces, para que Goodwin no sea juzgado por ser quien es, sino únicamente por los actos de los que se le acusa. Para ello necesitará la ayuda de Temple Drake, una adolescente que siente una extraña atracción por el peligro. Sin embargo, Temple ha desaparecido.

Mi experiencia de lectura

Este libro es excelente. Nunca antes había leído algún libro de literatura clásica que me mantuviera tan pegada y con ganas de saber que más seguiría. Magnifico. 

En cuanto a la historia, tal y como se encuentra condensado en la sinopsis del libro, está ambientado en el sur de los Estados Unidos (en su imaginado condado de Yoknapatawpha, y Jefferson). Temple se ve envuelta en un caso de asesinato, en el cual el abogado Benbow necesita que ella testifique en favor de Lee Goodwin, a quien se le está acusando de haber cometido el asesinato, pero él es inocente. Temple es una chica que ama estar con personas malas y salvajes, más bien como los típicos gangsters, esta niña ama toda esa adrenalina (¡qué horror! si estar con personas así de malvadas puede causarle a alguien adrenalina).

Personalmente, yo odié a esta niña, es una persona que lo tiene todo, está en la universidad y su padre le puede dar todas las comodidades o lo que ella necesita, y aún así decide estar envuelta o relacionada con este tipo de hombres. La odié porque es manipulable y estúpida; aunque en algún momento me dio tristeza por ella, al siguiente comprendía porqué no le podía tener compasión. Aquí veo el buen trabajo de William Faulkner, porque un escritor que hace posible que, a través de las palabras que ha elegido tan cuidadosamente, despierte algún sentimiento en el lector, yo lo califico como el mejor escritor. Adoro a William Faulkner. Sin lugar a dudas así como lo resenó Mario Vargas Llosa «Una inquietante parábola sobre la naturaleza del mal.» Todos aquí están o atraídos o manipulados por la maldad.

Con respecto a las descripciones, son descripciones muy ricas en detalles, tanto que llegan a ser grotescas algunas, pero me imagino que esa es la idea. A pesar de lo fuerte o grotesca de la descripción el libro no se hace lento y se disfruta en su totalidad. Este es un libro que, considero, todos debemos leer alguna vez.

Por ejemplo, en las siguientes descripciones:

1. «Benbow vió cómo Goodwin sentaba al viejo en una silla mientras el otro le dejaba hacer con la indecisa y abyecta ansia de un hombre a quien no le queda más que un placer y a quien sólo le llega el mundo ciego y sordo; un hombre bajo y calvo, con un rostro redondo, carnoso y sonrosado en el que sus ojos con cataratas parcecían con flema.» P. 17

2. En el siguiente fragmento, yo sentí náuseas como si yo fuera la ebria, es muy interesante sentir ese tipo de cosas cuando lees algo porque jamás me había pasado que me sintiera mareada cuando leyera alguna descripción de personas ebrias hasta caerse. Creo que es más efectivo sentirlo cuando vienes siguiendo el caos de la historia y el orden de la lectura, pero igual creo que en el fragmento se puede identificar algo sobre eso. «Gowan llenó el vaso hasta el borde, lo alzó y fue bebiendo hasta vaciarlo. Se acordaba de haber dejado el vaso sobre la mesa con mucho cuidado, pero en seguida tomó conciencia simultáneamente de encontrarse en la calle, del aire frío y gris del amanecer, de una locomotora jadeando en el desvío, a la cabeza de una oscura hilera de vagones, y de que estaba intentando decirle a alguien que había aprendido a beber como un caballero. Aún seguía tratando de decirles -en un lugar oscuro y muy estrecho que olía a creosota y a amoníaco, donde estuvo vomitando en un receptáculo- que tenía que estar en Taylor a las seis y media, cuando llegara el tren especial. Al desparecer la náusea se sintió extraordinariamente cansado, débil, con un gran deseo de tumbarse, pero se lo impidieron por la fuerza y a la luz de una cerilla se inclinó hacia la pared, concentrando lentamente la mirada en un nombre escrito a lápiz. Cerró un ojo, se apoyó contra la pared, tambaléandose, babeando, y leyó el nombre. Luego miró a los otros, moviendo la cabeza.» P. 41. 

En cuanto a los diálogos, son muy interesantes y en algunos casos, como el siguiente, divertidos. 

» -Vuelve a casa, Horace -dijo.

-A Kinston, no -dijo Benbow-. Tampoco tenía intención de quedarme aquí, de todas maneras.  No me marché para venir en busca de Narcissa.  No he dejado una mujer para refugiarme en las faldas de otra.

-Si te lo repites muchas veces puede que algún día llegues a creerlo -dijo Miss Jenny-.  Y ¿qué harás entonces?

-Tiene usted razón -dijo Benbow-. En ese caso tendría que quedarme en casa? »  P. 119

En términos generales, lo considero un libro muy bien escrito y que se tiene muy bien merecido su categoría de clásico.

A continuación comparto algunas citas o fragmentos del libro.

Algunas Citas

 «En el manantial, el forastero inclinó el rostro hacia los rotos reflejos multiplicados de su propio beber. Al erguirse de nuevo, aunque no había oído el menor ruido, vio aparecerse entre ellos, también hecho añicos, el sombrero de paja de Popeye.» P. 7.

     «Cuando uno se casa con una soltera, se empieza desde el principio…, aunque haya dificultades. Pero cuando uno se casa con la mujer de otro, se empieza tal vez diez años mas atrás. en el punto de partida de otro y con sus dificultades.» P. 21.

     «Desde la casa, Tommy y Benbow bajaron la colina en fila india, siguiendo el camino abandonado. Benbow volvió la vista atrás. Sobre los apretados y enmarañados cedros, se alzaba contra el cielo -sin luz, desolada e insondable- la solitaria casa en ruinas.» P. 24.

     «Algunas mujeres no quieren que un hombre se case con una mujer determinada. Pero todas se enfadan si un buen día va y la deja.» P. 31.

     «-vamos -dijo la voz-. Sé que estás ahí arriba.

      -Será mejor contestar -dijo Tommy-. Podría darle por disparar a través del piso.

      -¡Por los clavos de Cristo! -dijo Gowan-, ¿por qué no…? ¡Estamos aquí! -gritó-. ¡Bajamos ahora mismo!» P. 56.

     «La ciudad, el mundo, tomaban la apariencia de un negro callejón sin salida; un lugar en el que ya para siempre tendría que andar con el cuerpo encogido, consciente de los susurros que provocaba su paso.» P. 97.

     «La mujer seguía levantada y sólo se había quitado el sombrero, abandonado sobre la cama donde dormía el niño. Los dos juntos le daban a la habitación un aspecto de transitoriedad más inconfundible del que creaban la luz improvisada y la paradoja de ver la cama hecha en un cuarto que olía a largas ausencias.»  P. 132.

     «Tendría que oír las cosas que dicen en Jefferson. Esta mañana el ministro baptista utilizó a Goodwin como tema para su sermón. No sólo en cuanto asesino: también en su calidad de adúltero, contaminador del ambiente de libertad democrático-protestante del conado de Yoknapatawpha.» P. 140.

     «Maldita sea, se puede decir lo que se quiera, pero el simple hecho de reflexionar sobre el mal, aunque sea por accidente, corrompe; no se puede traficar ni regatear con la corrupción…»  P. 142.

     «Quizá muramos en ese instante en que nos damos cuenta, en que admitimos, que el mal tiene una estructura lógica, pensó Horace, acordándose de la expresión que había visto una vez en los ojos de un niño muerto y también en otras personas sin vida: la indignación que se enfría, la violenta desesperación que se desvanece, dejando dos globos vacíos en cuyas profundidades acecha, en miniatura, el mundo paralizado.» P. 243.

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