Leído en la Antología comentada del cuento antioqueño.
Este cuento escrito por el autor antioqueño, nacido en Jericó, José Restrepo Jaramillo nos narra una historia fascinante.
Inicia así:
«Nunca pude saber si fue su esposa o su querida. Cierta vez, cuando mi insistencia sobre este punto iba a salir del terreno prudencial, Pocahontas me dijo malhumorado: – Pero, ¿cuál es tu afán, camarada (así me llama siempre, yo le digo profesor) de saber ese tonto detalle? Era una mujer, mi mujer, lo que más quise en la vida. ¿Qué podría haberle agregado el convencionalismo de un lazo legal o religioso, o qué podría haberle quitado la falta de él?»
Nos relata, en tercera persona, la historia de amor y dolor de este hombre (le dice Pocahontas aunque más adelante le llama Sabas), pues vive en Panamá y por cuestión de trabajo debe viajar y le dice a su mujer que le avisa cuando llegue al lugar en que debe realizar su trabajo; esa noche ella sale, con un matrimonio amigo, para asistir a un baile en el Hotel Washington. En el recorrido, el carro en el que iban conducido por un chofer, sufren un accidente; al parecer por que la niebla se volvía más densa. En ese trágico accidente pierden la vida el chofer y la mujer de Pocahontas. Cuando Pocahontas llama a avisarle a ella que ya había llegado, recibe la noticia de la muerte de su mujer.

Quien narra la historia es amigo de Sabas, pues dice que este último le autoriza que cremen su cuerpo.
Cuando Pocahontas llega a Panamá y recibe el cofre con las cenizas, nos hacen testigos de tan grande dolor que no volvió al sitio, por un tiempo, donde acostumbraba tomarse algunos tragos con amigos y socios. Pero, poco después, vuelve a la cantina Tropical, y al terminar de beber con sus compañeros, se retira a su habitación con una botella de whisky.
A continuación viene la parte más hermosa (en mi concepto) de la narración, pues nos describe a un hombre entregado al licor, borracho, se sienta a la mesa con una botella de whisky, soda, cigarrillos y las cenizas de su mujer y le habla con ternura al cofre…
Después de algunas noches con el mismo ritual, decide echar en su vaso de whisky las cenizas de ella, de a pocos (lo que agarra con el dedo índice y pulgar) hasta que se las bebe todas…
Finaliza con que decide vender la casa Bellavista, y no volver a Panamá.
Recomendado cien por ciento, pues las imágenes creadas a través de la narración, casi que se pueden vivir.
«La primera noche Sabas colocó la urna con las cenizas sobre una mesa con mantel finísimo de la India; puso también la botella de whisky, otra de soda, un vaso grande, cigarrillos y fósforos. Mientras bebía miraba el cofre, le hablaba con ternura e iba apretando el corazón hasta exprimirlo y hacer salta a los ojos el salobre jugo de las lágrimas. Algunas veces clavó la vista en la gaveta del escritorio donde guardaba el revólver, pero generalmente se hallaba tan obnubilado por el licor que acababa por desgonzarse sobre la mesa y dormir al amparo de las cenizas amadas.»
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Audiocuentos: https://www.youtube.com/watch?v=x6tHAJQLoR4&t=22s