
El cuento Axolotl, escrito por Julio Cortázar, nos cuenta la historia de un hombre que un buen día se fascina por los axolotl y es tal su obsesión que todos los días va a verlos a un acuario que se encuentra por el Jardin des plantes; y se queda largo rato observándolos, tanto, que el vigilante le dice que mira a los axolotl como si se los comiera con los ojos. Esta fascinación se representa porque le intriga demasiado, al personaje principal, que son animales que se parecen -según él- a los humanos, creyendo, incluso que los seres humanos evolucionamos de los "ajolotes".
Estos animales le causan tanta curiosidad que logra introducirnos a sus pensamientos y a los sentimientos a causa de estos animales de cuerpos rosados, cabezas triangulares, al ver sus branquias rojizas y paradas como ramas, sus patas que derivan en uñas casi humanas, y esos ojos dorados sin pupilas... que le cuesta pensar que se la pasan la mayor parte del tiempo como estáticos.
"Veía de muy cerca la cara de un axolotl inmóvil junto al vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí."
"El horror veía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl. Transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverse lucidamente entre criaturas insensibles."